26/4/09

En - vuelve



Qué queda
del paso de una sombra sobre otra
la leve transparencia que se agita
y se disuelve luego
en la inminencia de lo oscuro
o de la luz,
qué se oye
detrás de la canción que acuna
si no es el agua
de algún cercano río
el agua
que viene y va en la fuente
como si ese fluir fuese infinito.
En el declive de la tarde
una mujer ordena
el universo, que es metáfora
de la casa que habita,
dobla con pulcra paciencia
la ropa que ha lavado
y que, tendida al sol
acariciara
la repentina violencia de la brisa.
Piensa
(o no),
-lo que se evoca no se instala
en el estrecho pasillo de la idea-
ve
una ciudad que nunca estuvo
debajo de sus pies,
y sin embargo.
Siente
que en esas cosas que ordena está el pasado
y
la voz de un hombre
-porque el que canta ahora está en la cuna-
un hombre
que ha pasado por ella
como pasa una sombra sobre otra
apenas agitada
en esa sola
-tan breve-
transparencia.

13/10/08

un asunto mediocre



vanidades
palabras que se dicen
con la boca pegada
a los nidos del viento
reverberancias de la oscura
soledad del objeto:
tantas pequeñas cosas
que en un tiempo desfilan
esclavas
y el mismo traje cubre
tus desnudas creencias
deberías volver
a la inicial pobreza
aquella inevitable
ya en esta hora cae
la gotera insistente
deberías curarte
de la herida del barro
de la grieta en la puerta
que no aisla
de ese aullido tan próximo allí afuera
-la helada ráfaga alcanza a cobijarse
en tu íntima intemperie-
ser ese hueso manoseado
que se arroja a los perros
deberías
cuando nada te alcanza
deslindar lo que sobra
devolverlo
como quien pesca y abandona
por lujuria o inercia
echar al fin al río
un nervioso aleteo
de vida que se agite
ante el soplo cercano de la muerte
ser ese pez viscoso que remonte
con más gracia que otros, la corriente
henchido de su propia sangre fría
y otra vez
sumergido en el fondo del agua
vuelva a verse
deforme
en su reflejo

15/9/08

Jardín de las delicias



Aquí nos traen las ráfagas heladas
aunque arda en su centro
la tierra que rozaron viejos pasos.
¿Cómo, ahora
el jardín es la emboscada de las sombras
su negra criatura
el espacio de aquello que se ausenta?
No sin tí
señor de la palabra,
no sin tí
podrían desbrozarse
estas agudas púas
las doradas ortigas
de una seca
corona de desahucio:
animal escondido
para sangrarse a solas
gime
desde la altura de tu fe
allí
donde la voz errática replique.
No ahora,
no sin tí,
-sin otro yo que tú estaría perdida
en el océano del tiempo
antes del alba del Inicio
me ahogaría-

11/5/08

Recuento


No más que una arenilla
un racimo pequeño de cosas sin grandeza
el soplo o la palabra
una tarde de marzo neblinosa y perdida
entre todas las tardes
nada que brille, noble
como oro antiguo
o se defina para siempre
redondo y liso
como las perlas del collar que ciñen
hasta axfixiar, de a una, las memorias
ni siquiera una ilusa
sensación de riqueza
ni el dolor
rotundo e inapelable de una pérdida
apenas unos nombres
con lápiz tenue, escritos
sobre hojas amarillas
una aguja punzando
su lugar consagrado
las miserias del cuerpo
las corrientes del alma
su evanescente ráfaga
la insistente
plenitud del deseo. Nada más

16/3/08

Carta perdida o nunca enviada


¿Ves el verdín, ahí sobre esas piedras
ves la pared descascarada y sucia
las plantas amarillas
que bordean al árbol y lo asfixian
con su abrazo reseco?
Algo así tendría que pintar para mostrarte
de qué hablo cuando digo: desencanto.
De todos modos haría falta tu mirada
haría falta que vuelvas y que evoques
la vigilia empecinada de aquél tiempo,
la noción inaudita de verdad
que te ató y nos sostuvo
en la cornisa del palacio de las fiebres,
entre el atávico impulso de saltar
con los ojos abiertos al vacío
y el de hundirnos tantos años en la trampa
del sopor embellecido de los sueños.

7/1/08

Sobre esta piedra


Seca
la noche que no pasa
arena húmeda
bloqueando el pasadizo del reloj
árida
la sensación del sueño
su prolija
sutura de materias
cosiendo la vigilia
a un paño que se vuelve
mortaja y túnica,
adherente vestido sobre la piel,
la carnadura inevitable de los días
latido que percute
timbal preciso resonando
siempre fiel a las vísperas
celebrante
todo lo creas
ese es el modo en que edificas
cada ladrillo un germen del gran muro
sueldas la luna a un métalico infinito
¿son mis ojos oscuros?
sobre el altar, la sangre tibia
todavía
lecho de piedra
el cuerpo muerto
obras
me sacrificas
no puedo aún
ver sin espanto
las manchas rojas en tus manos
bajo los ojos
entro
(ya estuve aquí otras veces)
no es templo,
si resulta
alguna vez refugio.
¿Cómo podríamos mirarnos sin horror
delante de esta muerte,
con sus pardos caballos
a la deriva de una pampa azafranada?
Fantasmas de caballos montados por fantasmas
jinetes
más oscuros que un ánimo de sombras
si desgarrado aquí
el sangriento sayal
a las espaldas de la víctima
el verdugo.

18/11/07

Da


Toma de todas las cosas
que están aquí sobre la mesa
la más suave
comprueba con la lengua su dulzura
ve su mancha granate sobre el fondo
-madera oscura-
alza
los ojos para ver
la recta línea del descenso
como el humo a trasluz,
la fina trama de la araña tejedora
hace en su palma el nido de la sombra,
percibe su humedad
la fiebre leve
que altera los sentidos cuando toca.
Lo que emana de ella
es un perfume parecido a mirra o sándalo
el translúcido misterio de su fuente
su belleza secreta
huye en las nubes que condensan
en ligeros vahídos
la imprevisible suerte de una lágrima.