28/6/07

Don del agua


Desgarrar el papel
de seda
desatar
ese lazo rosado que anuda
la caja,
el regalo. Los dones:
la sorpresa
de quien regala
(o de quien da)
desciende en cada hora
de húmedos versos
el agua que yo bebo
en la siesta más tórrida del trópico
al pie del árbol
aquél de las manzanas
doradas y futuras. Prometidas.
Oyendo el mar
ese que ves
(¿oyes ahora?)
viendo llover. Sí,
no para de llover en estos trópicos.
Tengo un cuenco traslúcido
donde recojo el agua de las lluvias
y algo del don
del mar,
-habrá barcos hundidos
ocultos cofres
llenos de perlas
ese collar que traes
viene del fondo-
De un sólo trago
devoto y majestuoso,
así te bebo.
El satinado brillo
de las perlas
recibe entonces
lo que tenemos:
este lazo presente
es de agua pura.
Caracol al oído,
una forma posible
de oir el mar.

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