18/11/07

Da


Toma de todas las cosas
que están aquí sobre la mesa
la más suave
comprueba con la lengua su dulzura
ve su mancha granate sobre el fondo
-madera oscura-
alza
los ojos para ver
la recta línea del descenso
como el humo a trasluz,
la fina trama de la araña tejedora
hace en su palma el nido de la sombra,
percibe su humedad
la fiebre leve
que altera los sentidos cuando toca.
Lo que emana de ella
es un perfume parecido a mirra o sándalo
el translúcido misterio de su fuente
su belleza secreta
huye en las nubes que condensan
en ligeros vahídos
la imprevisible suerte de una lágrima.

Reflejos


De nuevo aquí
reflejo que se escurre
ante un mínimo
pequeño movimiento de la luz
copia borrosa
sensible pincelada suavizando
el cerrado contorno
de las formas que adopto aquí en el mundo.
Intersticio santísimo,
tus dudas
(como la afirmación febril de una doncella)
se diluyen en gestos
sos quien juega con el tallo de una rosa, y
cuando sangren
los dedos que rozaron las espinas
extenderá la mano
-apretando los párpados-
hacia aquel que distinga
lo grave
de lo leve.

10/11/07

Tal vez


No habría escrito
con esa letra minuciosa
una sola palabra que le evoque
que sugiera o deslice
una incierta respuesta
no habría dicho
-hasta donde le es posible recordar-
nada de aquello que pudiera
como un ángel ruidoso, flotar en el ambiente
batiéndole las alas
a un perfume ligero
de lo que no decide al fin
ni una forma ni un nombre
ni un lugar ni un momento
adecuado,
oportuno
sólo miradas que huyen de los ojos
línea de fuga, claroscuro
figura sobre el fondo que se esfuma
fumar, echando el humo
la caliente bocanada de enfermo azul
jugar, sobre la mesa
(siempre hay algo que se oculta
en cada manga)
los naturales artificios de la idea
el deber y el deseo
se ensucian entre ellos
se revuelcan
giran barranca abajo sobre el césped
en amorosa danza,
la belleza o el tacto
la sedosa melena
su brillo oscuro
el naciente destello de un capricho.

15/9/07


Ahora la paz
el día del milagro
cuando se abren las aguas
el amor
deja sus huellas sobre el mar.
Sólo podemos ver y oír
la luminosa voz de lo que crece
cantan las liras de la hierba: así cantamos.
Bajo el sol
el esplendor dorado del verano.
La vida abraza, nos rodea
hay manzanas deseadas
y racimos perfectos de cerezas
caballos blancos, sapos
cristales de agua, escarabajos
colibríes pequeños
plateados peces
rosas
lilas.
Descienda el beso
la caricia se estire como un manto
la lengua intensa, el soplo
dos blandas plumas en las manos infinitas.

17/8/07

Flora y fauna



Aquí la flora:
el moroso cuidado de la rosa o la lila
la bendición del agua
ensayando la blandura de la hierba
su devoción, el gesto
con que acepta y se inclina
cuando arrecian los vientos,
la miseria del mundo
el puño encallecido del mal
que arranca brotes
o estrangula los delgados canales
donde corre la savia.
La fauna allí:
el carnero que enrieda
sus cuernos en las cercas
-todo tiene su cerco, su tope, su muralla-
el gallo que no duerme
el pinguino que oscila
los perros que resisten
el caballo impaciente
erguido en la belleza de sus formas
el dorado escarabajo de los templos
la cabra de las cumbres
la anguila que se escurre en las aguas del lago
los peces que prosperan en milagros antiguos
los ciervos que se cantan, como senos pequeños
de una amada muchacha
las crías de los hombres antes de dar el paso.
Bajo el sol
adivinando el curso
que tomarán los años
en las noches de luna,
en las vacías
sobre el llano o las cumbres
debajo de las lluvias tropicales
en los blancos inviernos
en los mares de danzantes medusas
con las algas que traman lazo a lazo
el soporte del sueño,
el lecho de los ríos. Aquí y allí
sólo un inmenso amor inmerso
en las formas del fondo
la inquietud de las grietas,
la soledad de orillas.

21/7/07

13 de abril


Vas a darme la mano
te acompaño hasta el borde de la cama
con cuidado
vas a sentarte allí
lentamente
inclinarás el cuerpo
te alzo los pies así
hasta que puedas
recostarte y dejar
sobre la almohada
la frente de las fiebres
tus manos de uñas largas
inmensamente pálidas
con esa vena azul
esa mancha morada
me acerco demasiado para oírte
tu voz está tan débil
que apenas se le impone
al rumor de la queja
la letanía eterna del dolor
la despedida.
Si hubieses podido elegir
si así te hubiese sido dado
habrías hecho, entre nosotros
un corolario del adiós
una frase que convierta
palabras en legados
un mantra, un koan
un regalo
un souvenir de tus viajes por el mundo
dando vueltas y vueltas
alrededor del sueño
de una casa.
Tu muerte habría sido
algo vestido de pudor
tejido a mano
(inmensamente pálida
la vena azul
la mancha púrpura)
entre un recuerdo de cocina
de espuma de jabón
una caricia estéril pero ardiente
en algún tramo
leve
ligeramente áspera
-de modo que se imprima-
La memoria, después
tiende a llanura
y poco a poco
se desentiende de lo débil
lo que no pudo ser
lo que quedó para un mañana
de todos modos imposible.
Para el cuerpo, pudor
el alma, ahora sabemos
no requiere
cubrirse de los ojos invasivos
siempre esta ahí,
cuando se tuerce de dolor
cierra las puertas,
no se exhibe.

16/7/07

Sucesos


En el mundo,
lo sabes
-con dolor lo aprendimos-
a menudo no ocurre casi nada:
en la deriva de la noche
las estrellas nos miran
a flote, y en silencio
la esfera extática soporta
el neutro ruido
de todo lo que en tierra
hemos imaginado.
Pocas veces se enfrentan
el deseo de entrar
y la puerta
entonces,
-sólo entonces-
ese raro momento que inaugura.
Querrías voltear
con un soplo de fuego
las almenas más altas del palacio encantado
allí dentro
alguien delira, sofocada
agregando unos trazos al mapa del tesoro
-los sinuosos caminos son el curso del goce-
la altura de las torres
eleva lo que esconden
puede ser, por momentos
una hendija de luz amarillenta,
un macizo candado
o el batir de las puertas
entregadas al viento
cuando no queda nada
que merezca reparo, denegación, astucia.
No ocurre casi nada
casi nunca
pero sí con mixturas
de lo astral, lo pedestre
se conforma un misterio,
se amasa un gran suceso que renueve la vida
y así vibra la capa profunda de los cuerpos
(la sustancia sutil nos licúa y derrama
para siempre encantados)
y sobre el lino puro que recubre los lechos
se bordan iniciales de un ignorado nombre.
Pañales y mortajas
con un hilo de seda del color de la sangre
que diluyen tan sólo
las coloreadas aguas
del semen o las lágrimas.

12/7/07

Te Deum


Ahora es el instante
de ese posible error
en todo cálculo
el disturbio
la espera.
No consigue dormir
no sabe hacer
lo que habría que hacer
ahora es el pasaje
el mientras tanto
si hasta parece que la aguja retrocede
vuelve al gajo anterior
el de la sombra
sólo unos pasos en el sentido ya prescrito:
se desliza la carne en humedades
silbido de aire entre los dientes
se puede oir
el niquelado tintineo de la dádiva
al compás.
No. Dirá: no
a las sirenas que ululan en el vértigo
no
al portazo brutal que da la angustia
no
al roce de cadenas sobre el suelo
de lo perpetuo y fantasmal
desencarnando
no a los ojos
que se posan vacíos más allá de la idea
esa clara señal de que ha habido promesas. No.
En su lugar
la sensación de ascenso y de caída
un cadáver que flota
su cabellera extensa
suspendida
un marchito nenúfar
sobre el espejo deformante
del río inmóvil.
Dirá: sálvame
(el no sabe pedírtelo, no acierta)
eludiendo el mensaje y la evidencia
de signos y de marcas
(de puño y letra su nombre ha escrito)
si ha vivido evitando
enfrentarse al silencio y la palabra
no sabrá hacerlo
sálvalo, entonces
de la soberbia propia del esclavo
y del deseo
que humilla al amo
salva o devuélvelo,
estéril como ha sido
a los flujos que emanan del Agua de Las Aguas.
Que ya no gire, Señor

-en este cósmico delirio-
alrededor de tí
(de mí)
sobre sí mismo.

3/7/07

Distancias


(Sobre una relato de Walter Benjamin acerca del acto de peinarse, en la mañana)


Alisa
alinea o desenreda
su peine antiguo
cede paso al torrente
ese agua dulce
que hizo flotar los sueños
se devora de a uno
los dorados erizos de sus ondas castañas,
los deshace, despacio, entre los dientes
-sus diques afilados de carey-

El hombre mira:
¿soy yo la que se peina delante el espejo?

(los espejos ven todo
pero callan las cosas que el reflejo no abraza)

Cada imagen resuena:
una copa quebrada
sobre la ajena simetría de la alfombra.

El peine nos aleja
de la región del sueño
con meditada astucia,
socava la más densa arquitectura.
Un horror distraído
desencanta los palacios que habitamos
en las noches que crees
que has dormido a mi lado.

29/6/07

Ready made



"Les he tirado a la cara el estante de las botellas y el orinal y ahora los admiran por su belleza estética". Marcel Duchamp

Se acerca
mira
puede girar la figura deseada
noventa grados hacia
una perfecta horizontal
(la más perfecta, la soñada)
efecto óptico de
línea ondulante
oleaje apresurado
su fiebre su fervor
después
reirá delante
de la sola tacita de café
piensa, asombrado
en
la mutación del gusto
el inesperado trueque:
de aquél antiguo realismo
al arte conceptual
-arte es la idea-
en unos pocos años
en
un abrir y cerrar de ojos o de labios.

Clases


Puede ser
-el error nos acerca
la posibilidad más cierta-
puede ser que no vea
claro,
que aquello que semeja la verdad
sea, en verdad, un refinado engaño
de la mente o de todos
los sentidos en banda,
puede ser que no sea.
Me niego y no lo niego.
De este modo
me abstengo de afirmar,
no lo suscribo al pie,
no declaro en favor,
ni en contra de,
no digo nada.
Pero incluso el silencio,
(ay, del humano corazón)
aprieta, encubre, encierra
un número
determinado o no
de ostensibles palabras.

El mundo, dijo un sabio
se divide en sólo dos clases de personas:
a) Los que saben.
b) Los que no saben.

28/6/07

Grietas


Azul la madrugada
después del cielo negro con destellos
el escote profundo
el pozo del deseo y la esperanza
naufragan azulados
se abren las aguas y el río se estremece
Neptuno y las sirenas
duermen entre sus mantas la pobreza del sueño
viscosa cesta del pescador
que al alba vuelve
su modo de matar y de morir
(tose, se ahoga)
no resiste el paciente
borroneo del agua
otra vez, cae en la cuenta
cuenta los modos terribles en que cae
aquel cuyo destierro precipita
anteriores naufragios
bodegones de puerto llenos de humo:
las putas lo bendicen
santamente
ha venido a indagar entre sus piernas
el misterio del hombre
el profundo agujero de su nada
su nada madre
nadará hacia otras costas
(tose otra vez, falta el aire)
agua es lo tiene una chica cualquiera para darle
su condición fluida
su océano salado
su mar dulce
dormir
soñar en ese aljibe
en algún pozo profundo que retenga
sus horas, a escondidas de la muerte
la fina rajadura de ese cántaro
sus permeables moléculas de arcilla
azulan, desesperan
es rojo sangre entonces,
el color de las aguas
dormir
licuarse en esa orilla
una vez en en la vida
una sola, aunque breve
aunque bramen los sueños y sus mares
aunque boye en el río
el cadáver más puro.
Negro de limo
tiznado de petróleo
el cuenco frágil que se astilla en la corriente.

Esto


Firme
suave
te entiendes con La Trama
si eres nexo,
eres lazo.
Cierras los ojos cuando te abres
subes
captas.
Te vistes con las sombras,
las luces son la estola
de tu alto cuello suave,
la belleza se irradia
desde un cuerpo desnudo
verdadero,
descalzo.

Encaje


Hilar bordar tejer
enlazar anudar unir
obrar como si el tiempo
esperara la obra
obrar
decididamente
en un sentido que dirima
un acto, un acto claro
obvio como una orquídea
un pájaro
unas lluvias de abril sobre los campos
lanzar la flecha que zanje
(las cuestiones se abren
oscuras, múltiples)
concibiendo ese blanco que ilumine
ensayando ese gesto
del que busca ser digno
-al menos algo hizo,
algo deshizo-
suspender el suspenso
el vilo de los hilos
pasar la línea
el riesgo
tramar después y cada vez
encajes más sutiles
sin volver la cabeza
la mente atrás
el tiempo nos devora
mientras tejemos sus instantes
esperando que pase
(esperando que espere)
el fin, la acabada manía
de insuficiente dios,
la obra.

Blues


Me quedo acá
me siento
pido un café
puedo mirar por la ventana
una ciudad semidesierta
el sol es pleno
a las dos de la tarde
sé que hoy es sábado,
estamos en verano.
Media hora se desliza fácilmente
un tiempo de Dalí se mece en los relojes
la poca gente
arrastra el peso del calor.
Por momentos
casi no hay nada que se oiga
ruido de fondo,
(el fondo de las cosas suena así,
algo que está, algo que habla y no se oye)
No pasa más que la memoria
desfila
su comparsa deslucida
sus trajes rotos
un carnaval grotesco
¿porqué si es de hoy
todo parece tan antiguo?
De lamé barato
es el dorado vestido de la reina
su exagerado maquillaje
haría llorar a un niño.
A mí también se me caen unas lágrimas
-y no soy una niña-
tanto calor
y sin embargo estoy temblando:
la memoria es regreso
nos da miedo lo viejo,
lo feo asusta si retorna
vuelven entonces cosas tristes.

Para lo triste, no parece haber consuelo.

Don del agua


Desgarrar el papel
de seda
desatar
ese lazo rosado que anuda
la caja,
el regalo. Los dones:
la sorpresa
de quien regala
(o de quien da)
desciende en cada hora
de húmedos versos
el agua que yo bebo
en la siesta más tórrida del trópico
al pie del árbol
aquél de las manzanas
doradas y futuras. Prometidas.
Oyendo el mar
ese que ves
(¿oyes ahora?)
viendo llover. Sí,
no para de llover en estos trópicos.
Tengo un cuenco traslúcido
donde recojo el agua de las lluvias
y algo del don
del mar,
-habrá barcos hundidos
ocultos cofres
llenos de perlas
ese collar que traes
viene del fondo-
De un sólo trago
devoto y majestuoso,
así te bebo.
El satinado brillo
de las perlas
recibe entonces
lo que tenemos:
este lazo presente
es de agua pura.
Caracol al oído,
una forma posible
de oir el mar.

Oro y azul


Blanca
leche que vierte
en el cuenco de barro,
las rosadas mejillas
los ojos y las manos
consistentes
masa del pan
recién horneado
reunido en una cesta
oro y azul
el traje
el paño
la cocina en penumbras,
ella
a solas revelada
su rutina menuda
un haz de luz.

12/3/07

Cena infinita




No es el plato frugal
ni la oración devota
no es la debida y otorgada reverencia
al pan que dios provee
para nutrir el cuerpo de los hombres,
tampoco el deslumbrante
silencio del convento a mediodía.
Cuando el sol ilumina el refectorio
se ven labios sellados y miradas furtivas.
En las almas avaras de pasiones
la impaciencia es tan cierta
como el rastro ondulante
que deja sobre el suelo la serpiente.
Los Dominicos eluden con los ojos
la cena que Leonardo no concluye
(aunque el hombre de fe siempre confíe
en rozar el corazón de un gran secreto
y sentirlo latir bajo su mano)
El Cristo queda sólo sugerido,
han pasado los meses
y el pintor interrumpe su boceto,
cada vez, la renuncia
a una forma mortal de la belleza.
En el ausente trazo del pincel
la línea, el horizonte
que conciben sus manos.

10/3/07

Mona Lisa





El traza esa sonrisa
-su opaca epifanía entreabre las dudas-
los ojos impasibles contienen el tumulto
como el cauce cerrado de los ríos
deriva en la promesa de un agua cristalina.
Su pulso intermitente es temblor de alas rotas
que deshacen la escarcha del pincel, de los dedos.
Con lascivia de ángeles que han rozado la tierra
él cava ese destello, la funde sobre el lienzo
es el humo distante, el abrazo del aire,
apenas insinuada en volutas oscuras.
Su mirada difiere de todas las miradas
desde luego, el deseo, respira si se aplaza.
Ver. Amar. La forma permanente es forma inacabada
y aunque sople con furia el viento en cada grieta,
los lacres del olvido no sellan, todavía.

¿A quién le pertenece, de quién
es un retrato?

Tempestad



Aparezca el oscuro y nuboso cielo batido por el curso contrario de los vientos y envuelto en incesante lluvia que con granizo se confunde, arrastrando de acá para allá infinitas ramas desgajadas y hojas infinitas.
Leonardo Da Vinci, Tratado de la pintura.


Sopla el viento, sacude
la suprema violencia de mares y de tierra
arrasa tras de sí lo que no tuvo
lazo firme de unión al universo.
Si debieras figurar en tus pinturas
la tempestad y el mar, cuando se unen
harás las nubes rotas, precedidas por vientos
y polvaredas finas de arena en la ribera
las hierbas o las hojas, las ramas
y todo lo ligero
arrebatado por el aire, suspendido.
Cuidarás que los árboles se inclinen
hasta ceder sus peso, ya próximos al suelo,
los hombres que se aferran a los troncos
desnudos de sus mantos, el gesto horrorizado.
Altas olas coronadas de salitre
empujando las velas de un navío
con girones de tela que se agitan
en mástiles quebrados, rabiosos remolinos
largas ondas que se hunden
entre piedras verdosas, desiguales y oscuras.
Observarás, sereno, las señales del agua,
la furia que despliega el mundo natural
sobre los hechos del hombre.
Habrá un barco que guarde
la mínima figura de un marino
devorado por sombras
y unos copos de polvo, un haz de espuma
el punto imperceptible: la luz,
su amarga orilla.

9/3/07

Anatomía




Hiende el filo de la hoja en carne helada
tumefacta masa gris que se ha inclinado
al designio paciente de la muerte,
esa obra perfecta que frena y retrograda la materia
ese soplo invertido al que todas las formas se someten.
Hunde y separa la carne ante sus ojos
deslumbrado por brillos, humedades.
La palidez cerosa de las vísceras
la trama rígida de músculos y venas
se derrama sobre el mármol de la mesa
y los humores fluyen, con aroma de peste.
Absoluta quietud, indiferencia
que el cabello y las uñas desafían
con su necia existencia separada.
La precisión del escalpelo aún se inquieta
ante los vientres huecos de las vírgenes
la indignidad del sexo de los viejos
o el páramo del ojo, cuando huye la mirada.
Leonardo toma notas, comprueba, clasifica
dibuja, imita, observa
la solidez del hueso, la perfecta mecánica
del curso de la sangre.
En los confines de la sombra siempre ha visto
mezclada, una porción de luz.
La belleza refracta, sobre un paño clarísimo
su verdad más oscura

Lluvia



La lluvia cae por las celdillas del aire oscurecido
donde la roza el sol, se ilumina
pero bebe unos sorbos de la sombra que enfrenta
traslada a otras moradas sus reflejos
quita luz a la tierra. La tierra se ennegrece
y muestra su substancia más profunda.
Detrás de la lluvia
apenas intuímos fundidos claroscuros
como lo hacen las lágrimas, confunde los paisajes
con sus hilos delgados e inconstantes
todo arrastra, deshace. Persevera
hasta hacer insensible la visión de las cosas.
Borra el antes, impide
predecir lo cercano.

Los vientos que la orientan son azules y densos.

El





El muchacho se baña
en el borde del río;
sus ropas han caído con descuido,
los pliegues en desorden de su traje
tienen al sol un tono púrpura
y algo de oro en los bordes.
Su carne desnuda comparte
la blanda cualidad de una fruta en otoño.
Camina por la orilla
sus brazos son más bellos
cuando extiende las palmas
aventando el reflejo
de unos rayos de luz que lo encandilan.
Sobre el plano cambiante de las aguas
hay un aire pesado que bordea
las líneas de su cuerpo
y es más grueso y más claro
cuando pisa la playa.
Leonardo lo contempla sin ser visto
y el ojo envía al alma
un dictamen secreto
que la memoria guarda hasta el día preciso.

Summa




Los reflejos del fuego colorean el cuarto
los muebles y los muros, el vano de la puerta
las mantas que recubren el cuerpo desvelado,
todo absorbe enseguida un fulgor amarillo.
Leonardo ve
las espaldas que ceden al peso de una carga
los efectos del viento que agitan el cabello
el pie que se adelanta, la mano que se pierde
debajo de los pliegues suntuosos del vestido
los variados sentidos del rictus de los labios
un perfil que la risa contrae
las cejas que se enarcan por el llanto o la ira
las muchas formas en que el agua se desliza
los miembros que se tensan o descansan.
Engarza sus imágenes como cuentas preciosas.
En sueños, corrige cada tono
rectifica las líneas, las esfuma
y concibe detalles más sutiles.
Aprecia las distintas
cualidades del aire, de las nubes
de las motas de polvo suspendidas,
del mar que reverbera, y es plata sobre índigo
intenso azul nocturno.
Allí una barca próxima, rosada
u otra que, lejana, se deshace en lo obscuro.
Leonardo ve.
Cierra los ojos. Aún todo sigue vivo.

8/3/07

Abril en Vinci




Abrir los ojos al mundo
en la esfera lechosa
del cuerpo de una hembra descastada.
Cuando sus contornos no alcanzan siquiera
los límites del valle
la paz o el desconcierto
de las aguas del Arno
que escapan hacia el sur, buscando el mar.

Aún la tierra es plana.

Abrir los ojos
y que el suelo y el cielo
te formulen preguntas
a través de las especies y las formas.
Descubrir
las imágenes maestras inquiriendo.
Sin otra voz que el llanto todavía,
recibir la señal
que tendrás, hasta el fin,
sobre la frente.