21/7/07

13 de abril


Vas a darme la mano
te acompaño hasta el borde de la cama
con cuidado
vas a sentarte allí
lentamente
inclinarás el cuerpo
te alzo los pies así
hasta que puedas
recostarte y dejar
sobre la almohada
la frente de las fiebres
tus manos de uñas largas
inmensamente pálidas
con esa vena azul
esa mancha morada
me acerco demasiado para oírte
tu voz está tan débil
que apenas se le impone
al rumor de la queja
la letanía eterna del dolor
la despedida.
Si hubieses podido elegir
si así te hubiese sido dado
habrías hecho, entre nosotros
un corolario del adiós
una frase que convierta
palabras en legados
un mantra, un koan
un regalo
un souvenir de tus viajes por el mundo
dando vueltas y vueltas
alrededor del sueño
de una casa.
Tu muerte habría sido
algo vestido de pudor
tejido a mano
(inmensamente pálida
la vena azul
la mancha púrpura)
entre un recuerdo de cocina
de espuma de jabón
una caricia estéril pero ardiente
en algún tramo
leve
ligeramente áspera
-de modo que se imprima-
La memoria, después
tiende a llanura
y poco a poco
se desentiende de lo débil
lo que no pudo ser
lo que quedó para un mañana
de todos modos imposible.
Para el cuerpo, pudor
el alma, ahora sabemos
no requiere
cubrirse de los ojos invasivos
siempre esta ahí,
cuando se tuerce de dolor
cierra las puertas,
no se exhibe.

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