9/3/07

Summa




Los reflejos del fuego colorean el cuarto
los muebles y los muros, el vano de la puerta
las mantas que recubren el cuerpo desvelado,
todo absorbe enseguida un fulgor amarillo.
Leonardo ve
las espaldas que ceden al peso de una carga
los efectos del viento que agitan el cabello
el pie que se adelanta, la mano que se pierde
debajo de los pliegues suntuosos del vestido
los variados sentidos del rictus de los labios
un perfil que la risa contrae
las cejas que se enarcan por el llanto o la ira
las muchas formas en que el agua se desliza
los miembros que se tensan o descansan.
Engarza sus imágenes como cuentas preciosas.
En sueños, corrige cada tono
rectifica las líneas, las esfuma
y concibe detalles más sutiles.
Aprecia las distintas
cualidades del aire, de las nubes
de las motas de polvo suspendidas,
del mar que reverbera, y es plata sobre índigo
intenso azul nocturno.
Allí una barca próxima, rosada
u otra que, lejana, se deshace en lo obscuro.
Leonardo ve.
Cierra los ojos. Aún todo sigue vivo.

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