10/3/07

Tempestad



Aparezca el oscuro y nuboso cielo batido por el curso contrario de los vientos y envuelto en incesante lluvia que con granizo se confunde, arrastrando de acá para allá infinitas ramas desgajadas y hojas infinitas.
Leonardo Da Vinci, Tratado de la pintura.


Sopla el viento, sacude
la suprema violencia de mares y de tierra
arrasa tras de sí lo que no tuvo
lazo firme de unión al universo.
Si debieras figurar en tus pinturas
la tempestad y el mar, cuando se unen
harás las nubes rotas, precedidas por vientos
y polvaredas finas de arena en la ribera
las hierbas o las hojas, las ramas
y todo lo ligero
arrebatado por el aire, suspendido.
Cuidarás que los árboles se inclinen
hasta ceder sus peso, ya próximos al suelo,
los hombres que se aferran a los troncos
desnudos de sus mantos, el gesto horrorizado.
Altas olas coronadas de salitre
empujando las velas de un navío
con girones de tela que se agitan
en mástiles quebrados, rabiosos remolinos
largas ondas que se hunden
entre piedras verdosas, desiguales y oscuras.
Observarás, sereno, las señales del agua,
la furia que despliega el mundo natural
sobre los hechos del hombre.
Habrá un barco que guarde
la mínima figura de un marino
devorado por sombras
y unos copos de polvo, un haz de espuma
el punto imperceptible: la luz,
su amarga orilla.

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